(Caricatura, sátira, ironía en tiempos de silencio. Chile 1973-1988.)
Esta exposición quiere retratar mediante recortes de la prensa de entonces, imágenes televisivas, testimonios gráficos y testimonios, este viaje del silencio a la palabra, el difícil camino de la risa en este país prohibido, que es y no es chile. Quiere, además, mostrar la diversidad de un patrimonio muchas veces olvidado, el del humor chileno en dictadura. Porque en el centro de este periodo oscuro la risa siguió buscando su lugar hasta, con no poca lucha y talento, volver a encontrar.
El eje de esta exposición serán los archivos que administra la propia universidad Diego Portales y está a cargo de CENFOTO. Empezando por el rico archivo del diario La Nación , al que se suman la revista Que Pasa , Análisis , APSI, Hoy , Ercilla, al que se complementara con videos, y archivos fotográficos alusivo a la época .
El golpe militar chileno acabó con un periodo particularmente fértil en la historia no sólo del humor político, sino de toda clase de humor: el absurdo, el negro, la sátira y la parodia, en toda clase de formato, teatro, dibujos, o televisión. Desde el Bim Bam Boum hasta La Manivela sin olvidar la revista Topaze, el diario Puro Chile, y las revistas SEPA, La Firme, La Chiva, o Ramona y un larguísimo etc. Todo esto quedó truncado de una vez y para siempre por el golpe militar que acabó con un rico debate muchas veces despiadado, pero casi siempre ingenioso, entre los humoristas partidarios de la Unidad Popular, y los que se oponían a este proceso usando también el humor y la sátira para ello.
Así en la revista Que Pasa de 1973, la columna de Andrés Rillón y la de Carlos Ruiz Tagle, intentan evitar la actualidad, tema que el diario La Patria (10/73 a 08/75) y luego El Cronista (del 09/75 a 06/80) y La Nación (06/80 a 12/10) también soslayarán apostando por un humor picaresco o infantil que dice a través de su silencio lo que no quiere decir. El plebiscito de l980 romperá esta unanimidad y en La Nación Lugoze se las emprende contra Frei y la DC. En Análisis, en cambio, Palomo nos cuenta la decadencia económica y moral de la dictadura a través de su Cuarto Reich. En APSI, Guillo empieza a insinuar la figura de su Reyecito, es decir el propio general que con aun mas insolencia protagoniza los precisos y virtuosos dibujo del Gato primero el APSI y luego en la revista Cauce, y su suplemente humorístico la Cacerola.
El equipo de Ercilla fundará, luego de oponerse a los nuevos dueños (el grupo Cruzat-Larraín), luego la revista Hoy, donde el aporte de Hervi, Amengual y Rufino, tres de los mejores humoristas grafico del país, será fundamental a la hora de retratar a la dictadura y desnudarla en sus mecanismos más íntimos. Creador de Rufino de esos hombres de anteojos oscuro y corbatas de muy pocas palabras en su sección “Cosas de Rufino”. Constructor Hervi de una ciudad de perfil donde cada ventana habla y se va derrumbando al fondo un edificio que no puede ser otro que el Diego Portales, exunctad.
La crisis financiera de 1982 despierta un país aletargado de miedo. La sombra de la corrupción de un régimen que se hace construir mansiones fuera de la ley ya no consigue los silencios cómplices de nadie. El Gato representa a Pinochet navegando en el Titanic, o jugando a ser Napoleón. Eduardo de La Barra lo representa vestido de romano entre las tumbas de NN en que el cree ver “la mayoría silencio.” La respuesta del régimen ni se hizo esperar y mando a las revistas y diarios de oposición (todos menos Hoy) a no publicar ni fotos. Todas ellas jugaran con la ausencia de imágenes creando pie de fotos o simplemente contando los chistes prohibidos.
Después de ser clausuradas y encarcelados sus directores, las publicaciones consiguen permiso para venderse en quioscos, e informar del acontecer nacional. Las revistas de oposición, y luego los diarios (La Época y el Fortín) rivalizan en formas de desacato, usando además de los dibujos los fotomontajes del Resumidero de la revista APSI, y la pluma siempre sarcástica de Guillermo Blanco en la revista Hoy y Jorge Sasias en la revista Cauce y el Fortin Mapocho. Esos intentos de desautorizar la dictadura, a través de la risa, a cristalizarse en el número especial “Las mil caras de Pinochet (mi diario secreto)”, en agosto de 1987, que será requisado de los quioscos y acusado de “Asesinato de imagen” por vestir en su portada a Pinochet de Luis XIV. El dibujo, como muchos de los más ingenioso de esta revista, creación de Guillo, aunque la policía política olvidara su nombre y preferirá arrestar por dos meses al director Marcelo Contreras y el subdirector Sergio Marras.
El plebiscito de 1988, límite temporal de la exposición y final de la dictadura cívico militar, vio volver el humor político de ambos lados del espectro político. La victoria del NO en el plebiscito de 1988 es también la victoria de estos dibujantes, escritores, guionistas, que desafiaron el silencio y dieron color y forma a un descontento que se hizo risa y rabia y pudo decir una y otra vez, parafraseando al Papa Juan Pablo II, que el “Humor más fuerte.” Mas fuerte que el odio que se ensaño contra él, mas fuerte que el terror, más fuerte que el conformismo. El premio de esta hazaña no será sin embargo el esperado. Después de una breve primavera en que florecerán las revistas de humor y los suplementos irónicos, estas irán por falta de apoyo comercial y avisaje cerrando una a una junto con las revistas de oposición a la dictadura.
El Golpe (1973-1977).
El golpe de estado fue en la prensa, deliberadamente libre hasta entonces, un verdadero cataclismo. El cierre de uno de los diarios más leídos de entonces, El Clarín siempre “Firme junto al Pueblo”, y el Puro Chile y su Enano Maldito, coincidió con la clausura de numerosas revistas que hacían de la caricatura política y el humor de combate, su centro. Así La Firme sucesora de La Chiva, donde un equipo inolvidable de dibujantes y guionistas, compuesto por Hervi, Eduardo de la Barra, Palomo, y los hermanos Vivanco, todos bajo el alero protector de la editorial Quimantú.
Muchos dibujantes se exilian, como Palomo, otros pasan por diversos campos de concentración, como CarlosCarls “Tato” Ayress Moreno, al descubrirse en su departamento el dibujo de cuatro aves de presa que la policía interpreto como los cuatro de la junta. Otros vuelven a sus profesiones iniciales y otros empiezan a trabajar en la clandestinidad.
La Nación pasa a llamarse La Patria. En él las viñetas son de corte picaresco o reproducciones de viñetas argentinas o norteamericanas. Lo mismo ocurre en el diario La Tercera, cuyas secciones de humor eluden la actualidad. El Mercurio mantiene con los dibujos de Lukas, su crítica a la UP y cierto ensalzamiento a la nueva junta de gobierno. En Ercilla Hernán Millas continua con su página de “Semi serios” donde se permite ciertas criticas contingentes, primero para alabar el nuevo régimen para luego criticarlo. Lo mismo Guillermo Blanco y su página en Blanco. En Que Pasa el humor gráfico está a cargo de Juan Pablo Avendaño que se burla de los lideres de la UP o de la iglesia y llamado a defender a los vencidos. Jaime Celedón despliega todo su ingenio, aunque también intenta rehuir de la actualidad demasiado apremiante para lanzarse completamente al humor absurdo que es también la manera de abordar la realidad de la que hace gala Andrés Rollón en la página que llena semana a semana en la revista.
El plebiscito del 80 (1977-1981).
El plebiscito de ratificación de la nueva constitución de 1980 obliga al régimen a una cierta apertura controlada. La televisión y la radio siguen estando férreamente vigilada por la censura, pero se permite que el presidente Eduardo Frei Montalva, haga abiertamente campaña por el No en el plebiscito. La figura del exmandatario y su enfrentamiento al régimen rebajara el reparto de las fuerzas políticas, pero también culturales y morales. La democracia cristiana y todo su ámbito cultural entra en la franca oposición a la dictadura. La revista HOY, donde termina por recalar en 1977 gran parte del equipo de la revista Ercilla después de una pelea entre el equipo editorial y los nuevos dueños, critica abiertamente la nueva constitución y el intento de la junta de gobierno y su jefe, Pinochet, por perpetuarse en el poder. Rufino, que había sido hasta entonces el ilustrador de las columnas de Hernán Milla y Guillermo Blanco adquiere derecho a su propia página, a la entrada de la revista, sección que se llama “Cosas de Rufino”. Hervi, después de algunos años de persecución y ostracismo, comenta la economía en sus viñetas llamadas “Sucede”.
En junio de 1980 La Nación. Lugoze, dibuja en su página editorial duras sátiras contra la oposición, resucitando para ello el Roto Verdejo del Topaze. Lo mismo hace de manera más ocasional Percy en La Tercera. En la revista Análisis, fundada en 1976, Palomo perpetra desde México donde vive su exilio, su “Cuatro Reich”, una visión sin piedad al mundo que la junta va creando, con una especial mirada a la pobreza y marginalidad que los ajustes económicos dejan cada vez a la superficie. La revista APSI, que empieza a publicarse en 1977, no consigue del todo el permiso para hablar de actualidad nacional y publica en sus páginas dibujos brasileños, españoles y argentinos que se burlan de sus respectivas dictaduras. En sus páginas dibuja también Tex (Juan Guillermo Tejeda) desde su exilio en Barcelona, ilustrando la caída de Somoza y otros acontecimientos internacionales de evidente resonancia en chile.
El plebiscito lo gana casi sin esfuerzo el Sí, en lo que resulta a todas luces un fraude. La apertura se cierra y el régimen vuelve a dejar de ver su disconformidad con las cosas que se publican en su país. Pero la existencia de periodismo de oposición ya es un hecho indesmentible que no ira más que crecer y ensanchar su capacidad en la década que se inicia.
1983-1984: Las potestas.
La crisis financiera de 1982 lleva la clase media del país a vivir experiencias de miseria inédita, al menos desde que chile tiene registro. Esto sumado a la política privatizadora de la derecha y los gastos desmedidos con que el general Pinochet compró y alhajo una casa en Lo Curro, hace que muchos que habían permanecido neutral, incluso participaron del nuevo régimen, se tornen en contra él.
La revista Cauce, creada entre otros por Jorge Ovalle, abajo asesor del exmiembro de la junta Gustavo Leigth, que se dedica a investigar los fraudas, que Pinochet y sus amigos denuncian con una nueva virulencia. Junto con la revista aparece su suplemente humorístico La Cacerola, alusión al ruido de las cacerolas vacías que acompañan las protestas nacionales y los paros que jalonan el despertar de los chilenos. En La cacerola dibuja el siempre preciso Gato Carter, Eduardo de la Barra que son los primeros en atreverse a caricaturizar a Pinochet, lo que le costara a el Gato pasar a la clandestinidad. Varios otros dibujantes animan estas páginas en dos colores, rojo y negro, que prefirieron no firmar y eran parte del colectivo BRO-MU-RO que es según ellos “la combinación de bromo (masculino de broma) con otro elemento radical simple o compuesto”
En septiembre del 1984 el Bando nº 19 la junta militar determinó que Análisis, APSI, Cauce y Fortín Mapocho debían restringir “su contenido a textos exclusivamente escritos, no pudiendo publicar imágenes de cualquier naturaleza
llevar ninguna fotografía o dibujos.” Cauce aprovechara esta brutal prohibición para jugar con los pies de foto y la ausencia de dibujos, sugiriendo lo que no esta y contando los chistes que no podía dibujar. Procedimiento, publicar sin publicar que siguen las otras revistas.
1986-1987: El año que vivimos en peligro.
Cuando puede retornar a los quioscos la revista APSI decide usar el humor como su arma principal de resistencia a la dictadura. A los dibujos de Guillo se suma los “Resumideros”, foto montajes de Sergio Marras, perfectos herederos de los Quebrantahuesos de Nicanor Parra. Este interés creciente por el humor culmino en un número especial de la revista llamado “Las mil caras de Pinochet” en agosto de 1987 que fue confiscado en la imprenta y llevo a director, Marcelo Contreras, y subdirector Sergio Marras a permanecer en la cárcel por un mes por “asesinato de imágenes”.
La solidaridad nacional e internacional no se hizo esperar y la revista circulo de forma clandestina de manera abundante. En el número siguiente Guillo, autor de la portada, le agrego una máscara al retrato de Pinochet y su peluca de Luis XIV. La CNI y un grupo anónimos de expertos analizaran el número especial de la revista. Resumieron sus conclusiones en un informe “psicopolítico” donde mezclaban cierta jerga de análisis psicológicos y socio políticos para concluir que:
“La acción sicopolítica está orientada en forma sistemática y reiterativa, a difundir la idea de que la persona de S. E. el Presidente de la República tiene las supuestas características que a continuación se indican:
“— Desequilibrio de la personalidad, con predominio de traumas infantiles que le conllevan a una conducta desconcertante.
“—Falta de formación intelectual.
“—Cuadro de neurosis (apartamiento de la realidad), actitud de contracompulsión que lo hace actuar contra la lógica.
“—Ansias de perpetuación histórica…”
Y un largo ect.. que concluían que los chistes de la revista causaban un daño cierto a la imagen de mandatario, es decir a la seguridad del país. El informe resultaba en si mismo un chiste inolvidable.
El Si y el No.
El plebiscito de 1988 se celebró en un ambiente completamente distinto al que se vivió en 1980. La oposición inarticulada entonces había encontrado forma y contenido y se lanzó en la campaña por las elecciones libres primeros y después por la victoria del NO. Otros sectores llamaron a la vigilancia creyendo muy probable un fraude que estuvo a punto de concretarse la noche del 5 de octubre. En conjunto el tejido social, cultural, comunicacional de la oposición exhibía una extraordinaria buena salud que se puede verificar en la variedad y riqueza del humor en casi todas las muchas publicaciones que poblaban los quioscos de entonces.
Hervi tanto en el diario La Época como la Revista Hoy, se expresa no a través de personajes sino del perfil de una ciudad que es y no es Santiago de chile, donde un edificio que es y no el Diego Portales se va desmoronando. La Margarita de Gustavo Gus Donoso en la portada del diario Fortín Mapocho advierte y comenta la actualidad acompañada de su legendaria vaca (de Y va a caer). En diarios del ámbito del gobiernos dibujantes y guionistas de oposición dejan sus propios mensajes, como lo hacen Eduardo de la Barra y Jorge Montealegre en varias secciones de La Tercera y La Cuarta que están a sus cargas, notablemente en la muy popular Palomita, picaresca joven cuyo perro da mensajes inesperados. Las revistas de poesía o de comic de circulación restringida o de poca duración enriquecen el panorama de los medios. De La Castaña del propio Montealegre y la duradera Noreste, pasando por El espíritu de la época del colectivo Caja negra o El Trauko, todo un nuevo arcoíris de sensibilidades y búsquedas lejanas a los traumas de la UP y la guerra fría dibuja y escribe. En Café Concert, obras de teatros o show unipersonales como los de Coco Legrand o Cristian García Huidobro se empiezan a decir lo que no se podía.
En 1987 la revista Hoy edita también su propio suplemento de humor, llamado “Humor de hoy” donde la mayor parte de los dibujantes y escritores humorista de la época vienen a recalar. Los ya nombrado de De La Barra, Hervi, Amengual, mas Nakor, Hernán Venegas, el mítico Themo Lobos y los textos de Jorge Montealegre y los poemas-canciones de Payo Grondona más las columnas de Hernán Millas y Guillermo Blanco. Los adherentes del SI intentaron revivir la revista SEPA, uno de los bastiones del anti Allendismo. Luego el mismo equipo lanzaría “Negro en el blanco.” Efímeros proyectos como La Chuchoca, El Loro o El Aguijon intentaron burlarse de los políticos de oposición y sacar la voz por el dictador abundantemente caricaturizado con maestría por el Gato y Guillo. El plebiscito y el año que el sigue es de una enorme riqueza en publicaciones e intentos, desde el Humanoide a la resurrección breve del Topaze y el suplemento Ay de la revista Hoy. Muchos de esos proyectos chocaron el súbito desinterés de sus financistas y el nulo apoyo desde la nueva institucionalidad democrática. El humor que había sido esencial en la batalla de las ideas que devolvió la democracia a chile no gano nada en la refriega y un largo periodo de prominente gris invadió el mundo impreso chileno.
Censura:
“Al poco tiempo cayeron Marcelo Contreras y Sergio Marras por chistosos. Intentaron hacer un especial de humor titulado “Las Mil caras de Pinochet”, cuya portada ilustrada por Guillo mostraba a un Luis XIV con el rostro de Pinochet (…) Lo más chistoso fue que se llevaron a todos menos al dibujante. Guillo los fue a visitar a la cárcel y les llevó de regalo el bosquejo de la portada siguiente de APSI: el mismo dibujo de la discordia, solo que estaba vez llevaba un antifaz de ópera sobre sus ojos. Casi se cayeron de espaldas: “pero güéon”, le dijeron Contreras y Marras, “vamos a seguir presos si publican esto”.
“A raíz del especial de humor “Las mil caras de Pinochet”, Contreras y Marras permanecieron en Capuchinos durante dos meses, entre otras cosas porque estaba pendiente el informe sicopolítico de la revista. Figura jurídica inédita en la justicia chilena. Solo en abril de 1988 APSI tuvo acceso a dicho informe firmado por el entonces director de la CNI, brigadier general Hugo Salas Wenzel. A continuación se reproduce de manera textual algunos de los diagnósticos sicoanalíticos aparecidos en el documento:
“—Los realizadores de este líbelo están plenamente conscientes del efecto del empleo del humor (en este caso canallesco) como forma de contra propaganda, ya que es de difícil respuesta por canales oficiales, salvo la vía jurídica.
“—La acción sicopolítica está orientada en forma sistemática y reiterativa, a difundir la idea de que la persona de S. E. el Presidente de la República tiene las supuestas características que a continuación se indican:
“—Desequilibrio de la personalidad, con predominio de traumas infantiles que le conllevan a una conducta desconcertante.
“–Falta de formación intelectual.
“— Cuadro de neurosis (apartamiento de la realidad), actitud de contracompulsión que lo hace actuar contra la lógica.
“—Ansias de perpetuación histórica.
“—Señalan con las imágenes adaptadas de Bertold Brecht que es un tirano semejante a Hitler.
“— Horrorosa imagen de un tirano que no puede estar sin succionar sangre, homologándolo a la leyenda de Drácula.
“—Se reitera su atribuida inclinación a ver correr sangre, beber y rodearse de mujeres a quienes les atrae el terror.
“— Oníricamente se le visualiza como desviado sexual, y que es preciso intervenirlo neuro quirúrgicamente, Para terminar en contra portada presentándolo como un monstruo. La conclusión del informe señalaba que “la publicación de APSI está
orientada a destruir, provocar rechazo o neutralizar la personificación del Presidente de la República en su calidad de eventual candidato en un acto plebiscitario”
“La historia del cierre de la revista APSI EL QUE SE RÍE SE VA AL CUARTEL (Pico para Pinochet)” de Francisca Araya Jofre, LOM Ediciones, Santiago, 2007
Juan Carter Acevedo, nacido en Santiago en 1961, fue el más “atrevido” de los dibujantes de oposición, en el sentido que hizo las más insolentes caricaturas del dictador y –lo que era más peligroso– de la primera dama, en portadas y a todo color. A esas revistas se les prohibió publicar todo tipo de imágenes y otras veces fueron requisadas. Por algo sería.
Atención… Chile se llama el libro clandestino que dejó El Gato. Corría el año 1988. Y partió, por su seguridad y casi de un día para otro, a Barcelona.
“Empecé a hacer dibujos—le cuenta al periodista del país Lluis Pellicer— en las páginas interiores de una publicación chilena, pero fue en Cauce donde la sátira ocupaba portadas. Sus propietarios eran abogados y estaban dispuestos a enfrentarse a querellas y pleitos, aunque nunca estuvimos a salvo de confiscaciones o secuestros de las revistas cuando ya estaban en los quioscos”, asegura Carter. En especial, está orgulloso de los trabajos en los que aparece la esposa de Pinochet, Lucía Hiriart, a quien considera que fue “la mano derecha del dictador”.
“Entendí que iban a por mí un día en el que apareció en el baño de la facultad una caricatura de un gato destrozado. Por la noche, empecé a recibir llamadas que sólo emitían una carcajada y colgaban”.
“Me arriesgué y dibujé a Pinochet sin tapujos y como lo que es: un dictador y un torturador. En cierto modo fue una catarsis de los chilenos, que veían retratada a la persona que había arruinado sus vidas. Hasta me asesoró un psicólogo, Carlos Andreu, quien me dijo que le dibujara con el rictus bien marcado para reflejar su cara de asesino”, afirma Carter.
Es hoy uno de los ilustradores y dibujantes más prestigiosa de España y Europa.
El dibujante Hervi caricaturizó inigualablemente el universo de la dictadura en sus años más difíciles. En su reciente libro recopilatorio, “Chao no más”, no solamente se despide de Pinochet, sino que luce los geniales momentos de humor a los que llegó dentro de su desesperación. Hervi no fue el único dibujante de la oposición, claro. Pero pocas dudas caben de que fue el mejor. Y es fácil saber por qué: era el más picado.
-Maldad –dice Hervi con su cara de bueno. Esa es la primera palabra que le viene a la cabeza si le preguntan por el humor.
Hernán Vidal no parece un malvado, sin embargo. Nada en su rostro apacible recuerda a sus personajes, las narices imposibles, los ojos hambriados, las bocas repletas de desesperada violencia. Las viejas pitucas comentando alguna cosa. El dibujante tiene un aire ingenuo, incluso, y eso le hace ver joven.
-Sí. Para mí, el ingrediente fundamental del humor es la maldad. O sea, se trata de agredir a alguien o una situación, o ridiculizar una cosa que normalmente no es ridícula. Tergiversarla, la verdad. El humor es una forma de venganza de los sinsabores de la vida, una pequeña revancha para no morirse.
-Es curioso que el arte de la caricatura, del dibujo, sea el primero que todos aprendemos. Todos somos dibujantes de niños.
-Sí, y también lo ves en la infancia de la humanidad –dice, en su tono de profesor -Ese tipo que se dibujaba chiquitito matando un enorme animal. Ya ahí ves el sentido casi mágico que tiene el dibujo, al expresar no sólo la realidad sino el deseo de la realidad, lo que uno estima que debiera ser. Y eso en el fondo es el humor.
-¿Una representación exagerada, acentuada?
-La misma palabra caricatura viene del griego caricare, que significa exagerar. Uno exagera en el contenido, y en el dibujo: una nariz no es nada más que una especie de caracolito. Todo es más claro, pero alejado de la realidad compleja de donde proviene.
Hervi comenzó como todos los humoristas, copiando los chistes que le gustaban. Sus enormes facilidades plásticas le ganaron una temprana beca en la Escuela Experimental Artística. A los 14 años tuvo un golpe de suerte: La editorial Zig Zag decidió convertir Condorito en una industria, y el legendario y sobrepasado Pepo lo tomó de ayudante. “Era el más estupendo tipo que uno pueda conocer. Genial, genial, genial. No sólo en el dibujo, que para mí es lo de menos. Se puede ser genial en el dibujo y ser un monstruo”, recuerda Hervi emocionado. Pronto pasó de mero entintador a autor anónimo de montones de historias del personaje.
Era otra época y los dibujantes tenían buen trabajo. Hervi dejó Condorito y trabajó en la revisteril revista El Pingüino. Durante un par de años se había divertido de lo lindo con ese humor fácil y picaresco. Pero él y sus compañeros pronto alzaron la cabeza, miraron el mundo y se les hizo agua el socialismo, “en ese mundo polarizado sólo nos invadían las ganas de participar del cambio”
-No podías estar dedicándote al chiste de la suegra…
-Claro. Me acuerdo de haber hecho muchos chistes acerca de caníbales y de africanos que eran unos pobres desgraciados, y que andaban con un hueso en la cabeza y todos los chistes eran acerca de que comían exploradores. Ahora yo jamás haría un chiste de esos, jamás, jamás. Me parece de mal gusto. Por ahí hay un réclame de televisión en que salen unos africanos que son una vergüenza en estos tiempos. ¡Cómo se puede retratar todo un continente, que en estos momentos está siendo masacrado por las enfermedades, la pobreza, el hambre y las guerras internas, un basural para el resto del mundo… cómo se puede retratar con esa liviandad! Lo mismo pasa con esas especies de sketch de colegio televisivo que versan aún hoy sobre homosexuales. Inconcebible.
-Parece ser que siempre el humor es reaccionario y cómplice del status quo
-No siempre, pensamos en aquel tiempo. No en la UP. Por eso con Pepe Palomo y los hermanos Vivanco nos salimos de El Pingüino, porque no podíamos mantenernos fuera. Incluso me alejé de Pepo, no porque no lo quisiera ver, sino que mi rumbo había cambiado. Fundamos la revista La Chiva, que tenía más relación con la sociedad chilena y con lo que estaba pasando. De hecho, la principal historieta de esa revista era “Chamullo”, cuyo protagonista era un barrio, no una persona. Trabajábamos un concepto de personaje que no era individual sino de conglomerado humano.
Hervi terminó como Jefe de Arte en la mítica editorial Quimantú. La lucha ideológica estaba en su punto más alto.
-Es curioso dedicarse a la caricatura en una época de caricaturas
-Cierto. Uno veía caricaturas, todo lo pensaba en caricaturas. Y uno se pensaba en caricatura también. Uno era el bueno y los otros eran los demonios.
-Sacó lo peor de cada uno de los involucrados, ¿no?. En el otro bando estaba Lukas, tal vez el más genial de todos. Al verlos ahora, duelen sus chistes pre golpe…
-Los dibujos de todos eran como los tiempos, terribles.
-Pensar que si no hubiera muerto, Lukas sería el odiado dibujante de la derecha recalcitrante
-La verdad, no lo creo. El hacía lo mismo que yo, lo que sentía que le correspondía en ese minuto. Hoy, seguro que no estaría para esas cosas. Estaría haciendo lo que realmente le gustaba, esa investigación arquitectónica de los lugares. No sé, seguramente ya iría en los “Apuntes de Puerto Montt”, por ahí.
Como sea, los tiempos lo llevaron de Quimantú a…
-A la arquitectura. Pinochet me dio esa beca. Tras el golpe perdí todo contacto con el mundo editorial y dejé por completo de opinar con mis monos. Me dediqué a las construcciones, que tienen menos contenido político.
Sin embargo, la pluma de Hervi se fue afilando subterráneamente hasta que, cuando se funda la revista Hoy, ya era un bisturí. Y lo usó más que nada para hacerse un favor a sí mismo.
Parafraseando sus viejas historietas socialistas en que el personaje era el barrio, lo mejor de Hervi consistía en una serie a página completa, atiborrada de personajes imbuídos en la miseria cotidiana, opinando, diciendo lo que no se podía decir: “A mí me preocupan, más que los derechos humanos, los chuecos bestia”, “¡Qué barbaridad, con el alza del agua ya ni siquiera vamos a poder estar con el agua hasta el cuello!” o, para el terremoto: “¡…Y más encima el maldito terremoto tiene derecho a réplica!¡Como sacando pica el desgraciado!”. Su título era “Sucece”. A lo lejos, podía verse un edificio desde donde salía la voz de Pinochet y sus asesores: “desde hoy hablaremos de “democrasida”, a ver si la agarran miedo”, o
-“¡Me encantan Los Prisioneros!
-¿le compro el cassete, jefe?
-¿Cuál cassete? “
La delicadeza de Hervi hacía muchos de sus mejores chistes inobjetables, aunque no pocas veces la censura impedía que se pasara de listo (“van a fusilar a los sicópatas”, decía un personaje. Y otro le respondía “¿a todos? ¡qué carnicería!”, en una página que fue tarchada con la usual línea roja). A veces la censura era tan paralizante, que el artista debía estrujar el ingenio. Elaboró, por ejemplo, una versión de “Alicia en el País de las Maravillas” con los dibujos originales del libro, pero con el texto alterado (“Alicia pensó para sí: mh, lindo el País de las Maravillas pero, ¿cómo salgo?”). El esfuerzo fue inútil, porque lo “pillaron”.
Pero la censura era parte del juego. Hervi no era precisamente inofensivo, y si lo hubiera sido, no le hubiera servido a nadie. Era su genial coloquialismo, su ácida capacidad de sacarle el chiste a las situaciones más deprimentes lo que lo convertía en algo más que un ilustrador. El éxito de sus caricaturas radicaba en que literalmente combatían otra caricatura, la que había elaborado el poder respecto de sus enemigos.
Los años finales fueron intensos: creó su popular personaje Super Cifuentes, un mediocre ciudadano-héroe, y el plebiscito lo encontró en su mejor forma: publicaba, en supuesto nombre del gobierno, sus FaSÍstículos de EducaSÍon Sívica (coleccionables), y fue atiborrando “Sucede” de cada vez más ingeniososas versiones gráficas de la palabra NO. Pinochet seguía vociferando desde su alto edificio, que ya se caía a pedazos:
-¿Cómo voy? ¿Qué dice la voz de las cifras?
-Muda total, jefe. Se escucha la pura voz de las NOFRAS
-Si el NO ganó, fue debido en parte a que la caricatura de ese malo poderoso se hizo más permeable en la mente de la gente. Gente que vio en Hervi un amable facilitador de las cosas.
-Nunca lo pensé en ese sentido. Salvo la necesidad propia que tenía yo de expresar mi fastidio cotidiano, que se hizo eterno. Fueron los principales años de mi vida, donde todos los días me levantaba y sabía que tenía encima esta nube gigantesca y de cemento.
-Su humor no parece haberte ayudado, personalmente, a ver las cosas más livianamente…
-Bueno, de todas maneras alivianó las cosas, porque… ¿qué podía hacer?, ¿pescar un arma y combatir así la violencia? No, quizá hacía cosas graciosas, pero el humor es algo muy serio. Uno se sienta a hacerlo y normalmente no se ríe nunca.
-No se siente muy emparentado con los humoristas televisivos…
-¡Esos cuenta chistes no son humoristas!. El humor, y el humor gráfico especialmente, es mucho más complejo. Hay caricaturas que no provocan risa sino que reflexión
Pero siguen siendo humorísticas, ¿no? Como si el humor, más que un chiste, fuera una mirada
-Claro, y depende de los tipos de inteligencia involucrados. Todavia existe entre los colegiales la situación chistosa en que uno le hace una zancadilla al otro y el otro se va de boca y se rompe la nariz y todos se mueren de la risa, como si fuera una cuestión graciosa. Pero ésa es la forma de ver de esos muchachos en esa situación, las cosas cambian con el tiempo. Uno evoluciona.
El problema del humor es que todas esas subjetividades parecen no convenirle. El humor, sobre todo el político, y en dictadura, debe detectar el mal y atacarlo…
Mmmhhh… Alguien decía que detrás de cada humorista puede esconderse un moralista, y eso hay que evitarlo. Empezar a moralizar a través del humor, puede terminar en una especie de religiosidad
Pero, ¿cómo se combate eso? Porque de todas maneras tienes que establecer el mal, y con ello una propia moral dentro de tus dibujos.
-Claro, pero mientras no sea una doctrina, una cosa ortodoxa, mientras no sea un sistema… El hecho de tener una posición moral frente a cualquier situación, no puede cegarte. No puede impedir que la veas como es, permeable y abierta. Muchos han tenido la capacidad de evolucionar, y ahí es donde está la ausencia de ortodoxia. Estoy seguro de que yo también fui un fánatico, pero también he cambiado.
-Después de dedicar su vida a caricaturizar a Pinochet, debe haber habido una sensación de vacío…
-¡Una sensación de alivio!… Pero sí, me costó sacármelo de encima. Estaba un poquito obsesionado. Hasta que llegó un momento en que me dije que no podía seguir invadido por un macaco de semejante categoría. Ahora pienso en él y me da igual… es un ente que ha sido ubicado en su lugar perfecto como cobarde, traidor, asesino y ladrón.
-El título de su libro sobre esos años, “Chao no más”, parece manifestar su estado espiritual, disculpe la siutiquería
-Claro, ya lo miro todo como una curiosidad histórica
-Hoy tiene que inventar un chiste, como todos los días de su vida, ¿no?
Exacto. El editorial de La Tercera.
-¿No se le agota el oficio? ¿No tiene suficiente con todos estos años?
Lo asumo como un obrero, un constructor, un gásfiter. Ese mínimo de oficio que te hace construir una pared, sin depender del estado de ánimo. Todo el mundo puede hacerlo.
¿Y de qué se va a tratar el chiste?
-Ah, no sé. Ya leí todos los diarios, oí la radio, estoy “empapado”. Pero no me empiezo a preocupar hasta más entrada la tarde. Normalmente mi entrega es a la hora límite.
Las dictaduras nos vuelven niños, y es por eso que pueblos que nunca han sido adultos, que individuos que temen la madurez, celebran la dictadura con placer y los que quieren ser adultos la sufren. Ser adulto tiene un precio, ser grande un dolor, elegir esposa, casa, trabajo, futuro es un martirio del que tirano nos alivia. Chile no eligió esa súbita niñez obligatoria, que les fue impuesta, que por casi veinte años arruino su convivencia, su sentido, su lenguaje. No eligió la infancia pero se acostumbró a ella, y le costó diez años de democracia darse el estirón, crecer y dejar atrás el cuco y los castigos mentales. Chile no quiso esta infancia por decreto pero se reconoció en ella, viéndose obligada a conjurar todos sus demonios.
Algunos de esos demonios los dibujó Guillo, bautizado como Guillermo Bastías Moreno en 1950, con trazo falsamente sencillo y engañadoramente ingenuos. Después de estudiar arquitectura y cine en chile, reafirmo su voluntad de ser dibujante en Alemania, donde vivió un par de años. Dibujante principal e icónico de la revista APSI, también colaboro con la revista Clan, la revista Ya, y Rocinante, además de su propio cito web donde hasta el día de hoy comenta la actualidad nacional. En sus dibujos, como en los cuentos de hada, hay un rey. Un rey diminuto, pequeño y con capa, una hormiga con poder que da vuelta entre hormigas de anteojos de sol y corbatas negras. Como en los cuentos de hada hay un rey pero no hay brujos, ni lobos, sólo seres humanos, es decir niños. Pocas líneas perfectamente sintética, y en el papel blanco se dibujan palacios, muros, ciudadanos sin chaquetas, pupitres, patios y colegios. Una historia aparentemente sonriente, falsamente didáctica que, sin embargo, nos muestra con más brillo, porque no lo esperamos, porque nos sorprende, el horror y el absurdo.
Así los aparentemente inofensivos dibujos de Guillo han ofendido más que los trazos gruesos de muchos otros dibujantes de la dictadura. El número especial de “Las mil caras de Pinochet” de 1987, en gran parte dibujado por el propio Guillo, termino con los directores del medio preso y el numero integralmente censurado, acusado de “asesinato de imagen”. Asesinato que se debía en gran parte en la portada dibujada por el mismo Guillo que convertía a general Pinochet en un avatar de Luis XIV, el que creía que el estado era él.
Los dibujos de Guillo han tenido el raro privilegio, además, de seguir en democracia doliendo, y molestando a los jerarcas de ayer y a los administradores de hoy. Sin medio donde publicar, Guillo ha sido uno de los primeros dibujante de nuestro medio que ha hecho del Internet su principal medio de expresión. Desde ahí ha seguido los últimos pasos de su reyezuelo, la incipiente libertad que no se atreve a decir su nombre, los cínicos acuerdos entre lobos con piel de ovejas y ovejas con piel de lobo. Ha sido testigo privilegiado de nuestras mentiras, de nuestra inmadurez, de nuestros secretos. Ha incorporado a la ronda de sus personaje de cabeza grande y cuerpo exiguo, más y más personalidades, más misteriosos engaños, más cuentos de hada sin hadas, más magia sin magia.
Nada sacamos con enfrentarnos a estos dibujos con una sonrisa bonachona, de nada nos sirve creerle a la aparente ingenuidad de sus trazos. Una y otra vez el filo nos duele, la precisión nos hiere, el chiste nos devuelve a esa absurda infancia de niños ya adultos, que se resisten a crecer. De esa infancia falsa, de esa inocencia mentirosa, Guillo es el mayor ilustrador. Un ilustrador que al mismo tiempo desnuda y denuncia las mentiras en que sus creaciones, niños eternos y eternos insectos, revolotean casi impunemente.
Lugoze:
Bautizado como Luis Goyeneche Zegarra en Antofagasta en 1923. Se inició en el periodismo en 1945 en el diario ABC de Antofagasta, realizando su primer personaje ilustrado, el Conscripto Videla. Posteriormente ingresó al semanario político y de humor Topaze, creado por Coke (Jorge Délano) en la década del 30, siendo discípulo del dibujante Pepo (René Ríos). En esta revista trabajó hasta 1966, mismo año en que recibió el Premio Nacional de Periodismo, mención Dibujo. Otro de sus premios más destacados fue el otorgado por SIP-Mergenthaler de Periodismo, también en la categoría Dibujo, de la Sociedad Interamericana de la Prensa.
Cristián Maturana, coleccionista y cofundador de La Factoría del Cómic, destaca justamente que en el libro Botica de Turnio, Jorge Délano, Coke, dice que Luis Goyenechea “es un digno discípulo de Pepo”. Su capacidad como dibujante es ampliamente reconocida en este universo. “Es importantísimo Lugoze, para mí está dentro de los grandes caricaturistas que hubo en Chile. Para mí, está después de Coke y Pepo. Tuvo una enorme visibilidad en Chile y en el extranjero, en particular en España y Brasil”, agrega Maturana, en cuya colección hay originales hechos en medios brasileros y también para la revista Time de Nueva York.
Coincide Jorge Montealegre, autor del libro La Historia del Humor Gráfico en Chile , y agrega un matiz: “Su gran mérito fue en los años 60, y fue uno de los portadistas más relevantes de la revista Topaze. Era el último de los caricaturistas de esa generación de humoristas gráficos, y era muy trabajador, no solamente hizo caricatura política, sino que también estuvo en revistas picarescas como El Pingüino y en otras anteriores que editó él mismo”.
Montealegre profundiza en este tema: “Lugoze tuvo un protagonismo muy grande durante la campaña del terror contra Salvador Allende. Envía, desde Estados Unidos, sus colaboraciones para la revista La palmada en la frente, que se regaló en millas de ejemplares, y después, ya en dictadura, trabaja en las revistas Sepa y Negro en el blanco”.
Además, fue un fecundo colaborador de medios extranjeros como el Times de Nueva York. En el ámbito nacional participó en diversas revistas infantiles como El Peneca, o en periódicos como la Tercera, La Segunda y El Mercurio. Fue en este último donde desarrolló su personaje más famoso y reconocido, “Perejil”, que en sus crónicas que van desde el deporte hasta la farándula, nos usó para ironizar, a través de este roto y vago, su posición marcadamente política.
Fuentes: La Tercera, Museo Histórico Nacional.
Pepe Palomo, unos de los dibujantes más activos de la unidad popular se fueron al exilio después del golpe de 1973. Aunque rigor irse fue su manera de quedarse aquí. En 1977, cuando el silencio y el miedo gobernaban el país, empezó a dibujar para la revista Análisis, en ese entonces una tímida revista de pensamiento humanista cristiano, su “Cuarto Reich: La reserva de occidente”, donde con ese trazo zigzagueante y poderoso no solo desafío las autoridades en ejercicio, sino que hizo hincapié en los nuevos tipos de miseria y marginalidades que las brutales políticas del régimen iban dejando tras de sí.
Mientras conseguía construir una carrera de éxito y prestigio en su país de adopción, convirtiéndose en unos de los dibujantes imprescindibles de Latinoamérica, siguió con inesperada sentido de la actualidad y conocimiento del lenguaje y los eufemismo chileno retratando los extrarradio de la ciudad, las moscas que viajan entre sus cuerpo deformados y sus millonarios en sus escritores gigantescos rompiendo el rigor de la página con un sentido único del encuadre que retrataban el nuevo tipo de fascismo cotidiano, el famoso cuatro Reich que parecía la simple parodia del tercer Reich. Menos eficiente, menos sangriento, pero igualmente discriminatorio y cruel que el de Hitler. Un cuatro Reich que nacido de la experiencia en la dictadura chilena bien se podía aplicar a la “dictadura perfecta” del PRI en México, los residuos del franquismo en España, y en general el nuevo capitalismo salvajes, que usando a chile de laboratorio se iba a instalar por todo el mundo. Particular y universal la tira cómica del cuatro Reich y los libros en que se recopilaron se publicaron en casi todos los países de lengua castellano y algunos de otras lenguas como si fueran libros locales.
Palomo desarrollo al mismo tiempo una carrera como ilustrador que lo llevo a conseguir los máximos premios de la profesión como El premio Von Pilsener en el 2006 y El Premio Nacional el Yelmo de Mambrino en 2005, pero nunca dejo de preocuparse de la actualidad chilena, colaborando con los más diversas publicaciones trasladando a ello su particular Reich, donde las reglas de lo que es decente, y lógico han sido invertido bajo los caprichos de una serie de tiranos mediocres que cambian las reglas del juego la veces que sea necesario para no perder nunca.
Pocos personajes representan mejor el tono de la dictadura chilenas que los “Civiles no Identificados” (CNI) de Rufino, es decir sus personajes sin nombre ni identificación ni pelos en la cabeza, que de traje y corbata y anteojos de riguroso negro asustan, comentan, y hasta se conduelen en su página de la revista “Hoy”, la justamente famosa “Cosas de Rufino”.
Nacido y bautizado como Alejandro Montenegro en Los Andes en 1949, prefirió no contraer su nombre como solían hacerlo los dibujantes de su tiempo (Vicar, Hervi) y ocupar el de su abuelo. De trazo elegante, en apariencia simple, con un uso absolutamente único de la página en blanco, empezó ilustrando en Ercilla las columnas de Hernán Millas y Guillermo Blanco. Era entonces ante todo diagramador. Se convirtió en dibujante cuando Emilio Fillipi se lamentaba de la falta de un dibujante humorístico como había visto los estados unidos, donde había intentado conseguir fondos para la revista Hoy, un semanario en que un escindido equipo de la revista Ercilla intentaba hacer ver su oposición al todo poderoso nuevo régimen. Ni corto ni perezoso Rufino dijo que él podía dibujar. Le mostro una serie de dibujos hasta que consiguió una página entera, la que seguía la portada y resultaba más icónica aún que la propia portada. Ahí sus hombres sencillos, sin rasgos reconocible solían portar carteles que iban denunciando tanto como el horror como el desconcierto, el hambre, el fraude plebiscitario, la represión, las protestas y no pocas veces también las paradojas de la vida cotidiana. Experto Rufino en el absurdo y gran des constructor de los lemas, frases hechas, y dichos al paso, con que la verdad oficial quiso dejar callado el sentido común o la simple realidad.
Nunca agresivo, pero nunca banal tampoco, en vez de centrarse en el dictador o la junta Rufino prefirió seguir los pormenores vitales de sus agentes represivos. Así logro distinguirlo del anonimato que estos buscaban y traspasar el miedo que estos sabían provocar para desnudar enteramente su ridícula figura, la ambigüedad de los mensajes que querían comunicar, o el simple patetismo de sus existencias. Esto le valió, por cierto, varios entreveros con la censura, pero la fineza caustica de su humor hacia difícil que el censor encontrara argumentos, sin volver a humillarse, que permitieran su prohibición total. Así las “Cosas de Rufino” atravesaron toda la dictadura, impregnando otras publicaciones, revistas, diarios y consiguiendo el premio ellas la mención de la revista “Time” dentro de las “plumas poderosas” del humor gráfico mundial (junto a otro chileno, Hervi), el premio de la Sociedad Interamericana de Prensa en mención caricatura y el Premio Nacional de Humor Jorge “Coke” Délano (UDP) en el 2007.